viernes, 10 de junio de 2011

Libertad de expresión (Parte I)

No dejes que te pase lo mismo, luchá por tus ideales.

El Re Vago, como también Silent's, Necromorty y Chixpy (Ver columna de la derecha) y muchos blogs más, apoya la libertad de expresión.
"No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo..." -- [Cita apócrifa de Voltaire]
Hubo, una vez, hacia los años de 1710 en adelante, en París, en la Francia previa su Revolución (1789), un tipo llamado François Marie Arouet, que no le gustaba mucho de su sociedad.

Si bien el hecho de criticar contra lo que no le gustaba (Como contra el régimen totalitario, entre tantos ejemplos) le costaría la vida, debía cambiarse de nombre.

Por eso, para seguir con sus ideales sin demasiada presión por parte de las autoridades (Tanto gubernamentales, como religiosas, etc.), se apodó como Voltaire.

Voltaire, como otros más, fue uno de los personajes escenciales en la Historia de la Edad Moderna.

Para resumir, hizo muchas críticas: al judaísmo, la esclavitud, el fanatismo, el gobierno absolutista (Gobierno de reyes); aunque también aportaba ideas liberales.

Pero, por sobre todo, fue (Para mí, desde mi ciego punto de vista y no sé estaré en lo correcto) pionero y defensor de la Libertad de expresión.

Y es eso, una de las mejores cosas que existen en éste no soñado mundo, es algo que no se puede cambiar ni comprar ni vender ni nada.

Es un derecho fundamental, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el poder expresarse libremente, sin ser perseguido.

El derecho a la libertad de expresión es definido como un medio para la libre difusión de las ideas.

Sentados, acá, frente a la PC, leyendo éstas líneas.

Me halagaría saber que alguien, gracias a lo que escribo, se sienta libre de hacer o decir lo que no puede o no se anima.

Aunque, obvio, siempre suele haber límites.

Los límites, como cadenas, que impiden hacer todo.

A la mierda la palabra límite, yo prefiero medir.

Sí, medir lo que hago o digo, sin llegar a extremos demasiados extremos.

Aún así, seguiría diciendo o haciendo lo que me venga en gana, llegando a la cornisa, al borde del precipicio, casi a punto de caer (Como diría Soda Stereo), pero con los pies en la tierra, sin dejar que lo mío o lo de alguien más me haga caer.

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