(Ver anteriores: Cap. I, Cap. II)
"Sobre la leyenda de Cayetano Santos Godino, 'El Petiso Orejudo', matador de niños y piromaníaco, se han escrito libros, obras de teatro, filmado películas y hasta pintado cuadros.
Pero pocos, como el periodista Juan José de Soiza Reilly, pudieron definir en pocas palabras lo que significaron los cuatro crímenes.
El siguiente es un extracto de una nota que Reily publicó en 1933, en la revista 'Caras y Caretas':
'En 1912, Buenos Aires estremeció de espanto. Las madres escondían a sus hijos, gritando:
Había aparecido un monstro que robaba niños.
Elegía como los ogros de los cuentos fantásticos, los niños más hermosos y más tiernos: de cuatro a seis años.
Para atraérselos utilizaba, en vez de la varita mágica de los encantadores, algunos caramelos.
Los pobres inocentes, sugestionados por la golosina, iban detrás de aquel imán con los brazos tendidos.
El bárbaro se los llevaba a rincones obscuros.
Allí los mataba, lentamente, para darse el gusto de ver cómo se morían.
Era un marqués de Sade.
Utilizaba, a falta de colmillos de antropófago, un enorme clavo de hierro.'"
(Fuente: Revista MUY Interesante | Año 04 | Número 08 | Septiembre 2012)
Fotografía de Cayetano Santos Godino, apodado "El Petiso Orejudo" (1896-1944), fue un joven asesino en serie, uno de los mayores sociópatas en la historia de la Argentina. |
"Como los ogros de los cuentos fantásticos, elegía los niños más hermosos y más tiernos: de cuatro a seis años"
-- [J. J. de Soiza Reilly (Periodista)]
"Sobre la leyenda de Cayetano Santos Godino, 'El Petiso Orejudo', matador de niños y piromaníaco, se han escrito libros, obras de teatro, filmado películas y hasta pintado cuadros.
Pero pocos, como el periodista Juan José de Soiza Reilly, pudieron definir en pocas palabras lo que significaron los cuatro crímenes.
El siguiente es un extracto de una nota que Reily publicó en 1933, en la revista 'Caras y Caretas':
'En 1912, Buenos Aires estremeció de espanto. Las madres escondían a sus hijos, gritando:
- -¡Un mosntruo!
Había aparecido un monstro que robaba niños.
Elegía como los ogros de los cuentos fantásticos, los niños más hermosos y más tiernos: de cuatro a seis años.
Para atraérselos utilizaba, en vez de la varita mágica de los encantadores, algunos caramelos.
Los pobres inocentes, sugestionados por la golosina, iban detrás de aquel imán con los brazos tendidos.
El bárbaro se los llevaba a rincones obscuros.
Allí los mataba, lentamente, para darse el gusto de ver cómo se morían.
Era un marqués de Sade.
Utilizaba, a falta de colmillos de antropófago, un enorme clavo de hierro.'"
(Fuente: Revista MUY Interesante | Año 04 | Número 08 | Septiembre 2012)
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