viernes, 14 de diciembre de 2012

Crímenes y Criminales de Argentina: Cap. V: Jorge Burgos

(Ver anteriores: Cap. I, Cap. II, Cap. III, Cap. IV)


Fotografía de Jorge Eduardo Burgos, apodado por la prensa como "El Descuartizador de Barracas" en febrero de 1955, después de comprobarse que los restos hallados en cuatro puntas diferentes de Buenos Aires pertenecían a Alcira Methyger (abajo), su prometida.



Un despechado desesperado

"La primera foto de su caída lo muestra con los ojos cerrados de espanto y la boca abierta, como si la desesperación pudiera caber en ese grito.
Detrás suyo, un policía le sostiene del cuello -como un peón haría con una gallina a la que le retuerce el pescuezo- y apunta hacia los fotógrafos.
Fue uan manera de decir: 'señores, éste es el asesino Jorge Eduardo Burgos'.

'Hay crímenes que generan el interés de la sociedad, que asiste al desfile de los hechos del mismo modo que lo haría un espectador ante una tragedia contada en clave de ópera.
En los llamados crímenes pasionales, el antiguo derecho penal romano o el canónico lo denomina como frutos del Asteus Passionis o "huracán pasional".
Las pasiones son capaces de impulsar, al que es poseído, a conductas desaforadas y crueles', analiza el psiquiatra Mariano Castex.

Apocado, tímido y empleado gris telefónico, Burgos había matado y descuartizado a Alcira Methyger, cuyos restos aparecieron el 17 de febrero de 1955, en cuatro lugares de Buenos Aires y el conurbano bonaerense.
La prensa lo llamó 'El Descuartizador de Barracas', porque el crimen fue cometido en un departamento de Montes de Oca 280.
Burgos siempre dijo que no había querido matarla, que la golpeó y ella se desnucó, al caer contra un mueble.

Según se supo, él descubrió en la cartera una carta que ella pensaba mandarle a orto hombre.
El descubrimiento lo derrumbó: él soñaba casarse con esa muchacha.
Pero ella le dijo:


- El día que decida casarme, lo haré con un hombre. No con vos.

Como una burla del destino, el primer testimonio que publicaron los medios fue el del peluquero de Alcira.
'Fui el último hombre que tuvo su cabeza en mis manos', dijo.
Estaba claro quién había sido el último.

Fue uno de los descuartizamientos más recordados del crimen argentino.
Los otros dos, que inspiraron tangos y cantos grotescos, fueron los que sufrieron Conrado Schneider y Virginia Donatelli, cuyos restos aparecieron flotando en los lagos de Palermo en 1915 y 1929, respectivamente."


(Fuente: Revista MUY Interesante | Año 04 | Número 08 | Septiembre 2012)

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