(Ver anteriores: Cap. I, Cap. II, Cap. III)
"Es una regla no escrita de la crónica policial: los asesinos que quedan en la historia siempre son apodados.
Si Burgos fue 'El Descuartizador de Barracas' y Yiya Murano 'La Envenenadora de Monserrat', a Mateo Banks le tocó ser 'Mateocho'.
Su nombre criminal era obvio: el 18 de abril de 1992, mató a ocho personas en la estancia Buena Suerte de Azul.
Entre las víctimas, estuvieron sus tres hermanos, dos de sus sobrinas, una cuñada y dos peones.
Banks dijo que había sido un robo, pero después se descubrió que él había sido el autor de la matanza, por cuestiones económicas y una estafa que estaba por cometer.
Para el mítico jefe de Policiales del diario 'Crítica' de Natalio Botana, Gustavo Germán González (G.G.G.), a Banks 'de repente se le despertaron las ansias de matar y mató sin piedad.
Era un hombre honesto, que seguía las reglas morales, hasta que regresó al primitivismo de la selva.'
En prisión, a Mateo lo apodaron 'El Místico', porque no paraba de rezar: había fabricado un rosario con botones.
Día y noche, escribió sus memorias pero, esas 1200 páginas, desaparecieron.
Su libro se perdió para siempre, pero su leyenda nunca será olvidada.
'No se puede hacer futurología.
Nada cierto puede asegurarse sobre la conducta futura de una persona, incluso en caso de daño cerebral.
Mateo Banks salió después de muchos años y vivió normalmente, hasta que murió por una caída en el baño de una pensión en la que vivía con otro nombre', dice el juez de la Corte Suprema, Raúl Eugenio Zaffaroni.
(Fuente: Revista MUY Interesante | Año 04 | Número 08 | Septiembre 2012)
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